viernes, septiembre 28, 2007

DETRÁS DE LAS TIJERAS QUE CORTAN NOTICIAS...


Del trabajo en equipo

Estas líneas las quiero dedicar muy especialmente a mi amiga y compañera Rosángela Conde. Forma parte de ese grupo de trabajo infalible que siempre está cuando se debe; siempre a disposición de que todo resulte con excelencia.

Rosángela, la llamada "Pelo lalllgo" en nuestra oficina, es la dueña y señora de los periódicos de la mañana; la fosforito que se sabe una a una las noticias de cada día, y la que apoya en la divulgación de esas informaciones que nos realzan o nos descalabran.

Con su arma, las tijeras, y el desgastado papel de los diarios, hace un trabajo único: registrar la memoria informativa de nuestro municipio.

Hoy quiero felicitarte por tu iniciativa de querer estudiar Comunicación Social; demasiado buena esta carrera para ti, que creo serás capaz de defender a capa y espada. ARRIBA, MUCHACHA, ÉXITOS, como dice nuestro personaje...!!!!

CARITO

DICEN QUE VALLITA SE APARECIÓ EN "GUAMACHITO"

Fotos: César Pinto


César Pinto es mi compañero fotógrafo y camarógrafo de la Alcaldía del Municipio Simón Bolívar. Trabajo a su lado en el equipo de Prensa, y aunque nuestros andares responden a todo lo que hace el alcalde, siempre me sorprende con fotos extraordinarias, que no tienen nada que ver con nuestra labor diaria.

Esta vez me mostró una serie de gráficas que tomó en la mismísima casa donde nació. La describió él mismo como un lugar muy humilde, donde aún viven algunos de sus familiares, y donde a principios de septiembre de este año, siete días después de la celebración del día de la Virgen del Valle, apareció la figura de la Patrona de Oriente en una lámina de zinc.

Soy muy respetuosa de las creencias de la gente. Pero me llamó la atención cómo esta aparición en el barrio Guamachito de Barcelona se convirtió, desde el quince de septiembre, en un fenómeno único del que han querido ser testigos niños, mujeres, ancianos y hombres de fe.

César hizo un registro fotográfico de la simple lámina de zinc desde la misma noche en que la colocaron sobre el techo de un ranchito, para que todos la vieran. Hoy por hoy, la figura de "Vallita" ha sido objeto de ofrendas, rosarios públicos y hasta celebraciones de misas. "Todos lloraban y se abrazaban mientras encendían velas a la Virgen", dijo mi compañero.

Les invito a ver estas imágenes que descubren un mundo de esperanza y de fe para quienes han experimentado una "sensación extraña" cuando están frente a un pedazo de metal que ha revolucionado su espíritu... Juzguen ustedes mismos si no.

CARITO

martes, septiembre 25, 2007

LO QUE ME GUSTA DE MADRID


Le pedí a mi prima Karla que escribiera sobre Madrid. Se inspiró, tomando en cuenta que esta ciudad le recibió en su exilio, junto a su esposo, Alex Miguel. Les dejo en compañía de las palabras de mi adorada "hermana", de mi compañera eterna de juegos, de mi colega y extraordinaria creativa y hacedora de sueños. Al lado de su hermosa niña, Victoria, y en vísperas de su segundo parto -el de Alexei- escribió esto para DESDE LA OTRA ORILLA.

Karla Medrano Fermín


Después de 7 años de haber llegado a Madrid, con un paréntesis de 6 meses en los Estados Unidos, mucha gente me pregunta aún qué es lo que me gusta de esta ciudad.

Y la verdad es que Madrid es una ciudad que encanta, como tantas otras que hay en el mundo, pero a mi me tocó ésta, vivo aquí y aquí soy feliz. Cuando llegué, recién casada y con un mar de expectativas que parecía inagotable, un mundo de nuevas experiencias y de nuevos puntos de vista se abrió ante mis ojos. Eso es lo mejor que me ha dado Madrid, convertirme en la persona que soy hoy.

Emigrar, decidirse a dejarlo todo por algo que no se conoce, no es una labor sencilla. Los primeros meses son decisivos y traumáticos, pero la ciudad te ayuda, su dinamismo, sus calles llenas de historia y de detalles arquitectónicos, la gente que transita y que le da ese aire multicultural, porque aquí convergen muchas identidades, tanto del resto de España como de remotos y cercanos países.

Lo que me parecía impensable en mi ciudad natal, Maracaibo, aquí es el deporte nacional: caminar por la ciudad con libertad y tranquilidad, sin miedos. La Gran Vía, Sol, El parque del Retiro, Paseo del Prado, de Recoletos y de la Castellana fueron mi pastilla contra la depresión durante mucho tiempo. De la mano de Alex hice muchos kilómetros recordando mi tierra, mi terruño, mi gente, mientras pisábamos nuestro nuevo hogar.

Madrid nos abrió sus brazos, con toda su inmensidad cultural, bien conservada y deseando ser vista. Cada museo cuenta algo distinto y cada placita tiene una historia única. Aquí no te cansas de ver mil veces la misma estatua, la misma esquina, el mismo café, porque Madrid es una ciudad que encanta.

Tras estos 7 años me siento ciudadana del mundo, sin despreciar ni un segundo mis raíces, a mi alrededor he visto tantas realidades distintas que lo único que hacen es confirmarme que las fronteras más que físicas son mentales y los que se aferran a ellas no son más que seres humanos infelices.

sábado, septiembre 22, 2007

LO QUE ME ENCONTRÉ ENTRE CARPETAS Y POLVO...

Buscando entre papeles "muertos", resucitaron algunas fotografías de épocas
interesantes. En algunas disfruté más que en otras; en otras cometería alguna travesura, no lo sé. Véanlas y díganme si el tiempo no deja huellas...

miércoles, septiembre 19, 2007

EL CASSETTE DE KIARA

De cuando papi me destruyó el vicio de escuchar diariamente a una cantante
(Un poco largo para entrar en detalle)




En una de estas noches, mi pana Joaco se quedó a acompañarme en mis días de soledad de Juan y Camila.

No sé cuál fue la intención de mi amigo de buscar los videos de la cantante Kiara en youtube y escuchar y ver a la famosa artista interpretando temas como Descarado, Quiero Un Angel, Qué Bello y Tesoro Mío.

Así pasamos el rato, riéndonos y observando los rastros de la época ochentosa de Kiara, sus pantalones “tubitos” y la melena alborotada con un “moñete” de pollina, para estar a la moda de ese entonces (una moda que, por cierto, yo también me vacilé siendo chama).

Como siempre, me bombardearon recuerdos. Y tuvo que aparecer Joaco con aquella historia que siempre me saca cuando no tiene nada qué hacer: el bendito destrozo del cassette de Kiara que protagonizó mi papá, mientras yo pasaba con la familia un feliz fin de semana en la hacienda.

A mi papá no le hacía mucha gracia que yo fuese una de las fans número uno de la cantante, que ya se tornaba bien erótica con sus interpretaciones. El jadeo de Kiara y la profundidad de las composiciones parecían tener como destino único mujeres ya creciditas, y mi edad rondaba apenas los 12 ó 13 años.

Para mí pareció no ser problema, pues no sólo escuchaba 24 horas al día 7 días a la semana a Kiara, sino que llegó un momento en el que comencé a imitar a la cantante en cualquier rincón.

Mi padre, un poco obstinado con la situación, esperó el preciso instante para acabar de una vez por todas con lo que según él era un mal ejemplo. En cada viaje, en cada paseo, en mi casa y en la de mi abuelita Aura, el cassette de Kiara no podía faltar.

Lo recuerdo bien. Blanco, tendiendo a sucio, de tanto uso. Pero era mi desahogo. Todo, hasta que sucedió. En uno de esos días de aquel fin de semana en la finca ya tenía alrededor de 5 horas seguidas escuchando a la famosísima cantante, cuando mi padre entró molesto a la cocina.

Sólo sentí el toque del stop del aparato reproductor. ¡El cassette había saltado de susto! Posteriormente sacó la cinta, mientras me miraba enfurecido, y haló, haló, haló hasta más no poder, hasta desgastar lo último, lo que ya no quedaba, y comenzó a cortarla.

Yo, que andaba bailando en plena sala para ensayar mis imitaciones, quedé perpleja y sin voz… A decir verdad, sin ganas de nada. Papi había arruinado todas mis canciones de Kiara y lo que aun no sabe, es que puso fin a mi devoción por su música.

Jamás olvidaré esa anécdota.

CARITO

lunes, septiembre 17, 2007

EL COACH DE TODOS

El Mono González y mi recuerdo de La Cruz Grande


Cuando era muy pequeña, y aún después de grande, pensar en Margarita me ha hecho recordar con añoranza mis días junto a la familia de mi abuelo Cheo, oriundo de la Perla del Caribe. Creo que mi abuelito nunca conoció de esa emoción tan hermosa que vivimos todavía, que nos inculcó, sobre el amor hacia nuestros orígenes y todo lo que ello nos hace pensarlo.
En esa exaltación del corazón, con esa musa que se nos mezcla con el olor a espuma del mar, a agua revuelta y sal, también vienen a mi mente mis visitas a la Cruz Grande, un pequeño rincón de la isla, donde recuerdo haber estado en ciertas oportunidades.
Todavía está la casa de mi bisabuela Isidra, y la de mi tía Corina. Bajo esos mismos techos que alguna vez alimenté sueños e ilusiones mientras crecía junto a los míos, respira aún el amor de las bienvenidas y amaneceres sedientos de sol y playa.
Aunque todo parece estar estampado en una vieja fotografía, y aunque no se lo haya dicho nunca a nadie, esas escenas las mantiene vivas un personaje especial, que no dudo haya regresado a mi vida para recordarme a cada instante lo maravilloso que fue mi abuelo Cheo y todo lo importante que sigue siendo para mí.
Arnaldo González, mi tío Mono, el abuelo de todos, el pana, el pelotero, el alma de las fiestas, el centro de atención de todas mis visitas a casa de mi prima Mecoca (su hija), el amigo de más de tres generaciones, el “abuelito” de María Camila… de él hablo. Tenía que empezar por lo que más me une a su espíritu aventurero y a sus ganas de seguir presente entre nosotros.
Yo había pedido su currículo para que lo conocieran a través de estas páginas. Pero no hace falta: él es así, sencillo, amigo, cariñoso… Y debió desde siempre ser una persona muy especial porque jamás se perdió en mi memoria su calor paternal y sus ansias de seguir compartiendo esta vida.
El Mono es y seguirá siendo el coach de todos, por eso quien lo conoce bien, entiende que su lugar en esta tierra sigue siendo el corazón de cada persona que respeta y admira su huella…

viernes, septiembre 07, 2007

¡¡SEÑOR, ME DA UNO SIN VERDURAS!!


Historias de maracuchos perdí'os


Esto pasó calientito, en pleno Complejo Turístico El Morro de Lechería, ante la mirada de alrededor de 30 personas que, desesperadas, se engullían sus perritos, a la par de que se saboreaban la tremenda vergüenza que pasé con el susodicho "perrero" (en lenguaje oriental, el típico perrocalentero).

No sé por qué llega un momento de mi rutina en estos lados venezolanos (Puerto La Cruz) en el que se me olvida por completo que no estoy en mi querida Maracaibo. Aquí te siguen mirando raro porque teneis el tonito cantao, como si a los orientales se les entiendiera todo faciliiiiiiito. Esa mirada te detiene un poco el trote, y vuelves a tratar de hablar "sin acento", como para que dejen el fastidio, pero siempre se te salen las raíces.

Mis sobrinas (las de Juan), tan maracuchitas ellas, ya tienen tres semanas con nosotros. Obviamente tienen arraigado en el habla a la Chinita, El Puente y el Relámpago del Catatumbo. Y eso, señores, se pega. Pero estando en casa no hay peligro. El problemita se presenta cuando te adentras en los suburbios de la ciudad y más, cuando te dispones a hacer una actividad tradicional como lo es comer perros calientes.

Llegamos a que el señor que vende perritos cerca de la Marina Américo Vespucio. Y las muchachas hambrientas. Ninguna otra mejor opción cuando se trata de adquirir estos productos a bajos costos (precios muy solidarios)para abastecer "cargas pesadas".

Ahí usted llega, pide su perro y en menos de 5 segundos le entregan el pan con una salchicha medio a medio. Y vaya si se encarga usted de seleccionar lo que lleva adentro esta delicatés, pues tiene una bandeja de la que puede extraer: cebolla picadita, repollo ralladito, papitas y otros aderezos para escoger.

Pues bien, esta noche estaba ese kiosco lo que se llama FULLLLLL. Tan full que el que llegaba era visto de mala manera porque tenía que esperar unos cuantos pedidos para comerse su bocado. A Juan no se le ocurrió otra cosa que preguntarle al perrero que dónde agarraba su número para ser atendido. (¡Dios! -pensé- Trágame tierra, que no haya ningún alumno mío por aquí).

Miré a todos lados, y cuando me di cuenta de que no había peligro de ser asediada por algún conocido en cuestión, me dispuse a preguntar a todo el mundo qué iban a pedir para comenzar la ronda. Más vale que no. Yo esperaba que todos dijeran: "un perro", y aunque todos pidieron éso, la excepción fue María Paula.

Mi sobrina de 11 años se antojó de una hamburguesa de pollo. La bulla crecía, el vapor del carrito de perros calientes también, sentía que todo el mundo me miraba esperando mi último pedido. Todo fue transcurriendo como en cámara lenta. Frente a mí, el señor de los perros bataqueaba las pinzas de sacar las salchichas con intriga y yo, esperando las últimas palabras de María Paula. "Carola, pídemela sin verduras".

Repetí como un loro. Ése fue mi error. ¿Cómo iba yo a pedir una hamburguesa sin verduras en oriente? Enloquecí, pero ya era tarde. "Señor, me da cuatro perritos y una hamburguesa sin verduras".

Reacción en cadena

El simpático perrero dio un giro de 180 grados con su cabeza como para cerciorarse de que todo el mundo escucharía lo que estaba a punto de decir. Nunca entendí por qué hizo esa maldad. En el tono más alto que pudo y haciendo maromas con las carnes puestas en el asador, dijo: "No, mi amor, aquí no le echamos ni ocumo, ni auyama, ni batata a las hamburguesas". Y entonces, caí: "No estoy en Maracaibo".

Lo demás fue carpintería: el hombre soltó la carcajada y a mí no me quedó más que seguirle la corriente al gentío que se rió de mí. Verdura en este pueblo significa tubérculo, y en mi ciudad natal es todo aquello que puede ser llamado vegetal: lechuga, tomate, cebolla. Y eso que aquí lo mantengo presente para evitar esos malos ratos. De todas maneras, me comí mis perros y la hamburguesa la prepararon sin UNA SOLA VERDURITA.

CARITO